miércoles, 10 de junio de 2020

Y, nació la madre...


Y nació la madre, aquella que vivía dentro de mí, cuando jugaba a las muñecas, la que se enternece al ver niños pequeños y la que soñaba despierta con ser una mujer perfecta.

Y nació la madre, cuando tu embrión fue observado por el Creador como lo hizo conmigo y con todos los individuos en la historia de la humanidad. 

Y nació la madre, al darme cuenta que mi cuerpo se ensanchó y con él: mi corazón, ese corazón que no sabía que era capaz de amar, con tal magnitud.

Y nació la madre, cuando en mi cuerpo te albergue, mi vientre te meció y mis ojos te miraron por primera vez, haciéndome sentir como nunca me había sentido. 

Y nació la madre, en el instante mismo en que mis manos te tocaron y mis brazos te acurrucaron hasta que dejaras de llorar, te durmieras o te sostuvieron para que te alimentaras.

Y nació la madre, desde ese entonces aprendí tantas cosas y las sigo aprendiendo, tú mi pequeña maestra y a la vez mi gigante aprendiz... un motivo más para vivir.

Y nació la madre, entonces comprendí que la perfección no existe, peor aún en la maternidad: una carrera continua, con materias complicadas de aprobar.

Y nació la madre, donde el amor, la paciencia y el dominio se tienen que atesorar como los verdaderos tesoros, para una crianza positiva.

Y nació la madre, en el momento que acepté la mujer fuerte que había en mí y hoy puedo ver con claridad: como la vida, a través de la maternidad, me ha ido transformando.

Y nació la madre, la mujer maravilla ante tus ojos, una súper luna llena, aunque a veces me vea incompleta y aparezcan las otras etapas de mi ciclo.

Y nació la madre, con ella la renacido la mía porque me he visto cantando las canciones de cuna que escuchaba en mi niñez, repartiendo besitos por doquier y poniendo en todo el corazón.

Y nació la madre, aquella que puede comprender que para que estés bien tengo que estarlo también, que aprendió a ser madre viendo a su propia madre, ejemplo de vida.

Y nació la madre, quien reflexiona en lo impactante que puede ser una palabra o una actitud e intenta, en cada momento, ser la mejor versión de sí misma.

Y nació la madre, la persona que puede pedir perdón cuando comete alguna equivocación, la que entiende que no todo depende de sí y la que siempre pone a Dios primero.

Y nació la madre, ese ser humano que reconoce con humildad sus limitaciones, dobla sus rodillas y pone en  sus oraciones diarias a sus hijos.

Y nació la madre, naciste tú, nació ella, nací yo...

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