jueves, 11 de junio de 2020

Hoy te pido Señor sabiduría



Como padres podremos enseñarte algunas cosas; aprenderás en la escuela ciencias como Historia, Literatura o Matemáticas; conocerás, quizás otras culturas, lenguas o costumbres; y, a lo mejor, serás diestro(a) en algún arte, sabrás: pintar, escribir, danzar, cantar o ejecutar un instrumento musical. Quién sabe qué lograrás, hijo(a) mía…

Más nos gustaría que, a la luz de la Palabra, descubras la historia de la salvación y conozca sobre el amor del Creador, al leer cada noche, antes de que concilies el sueño, los relatos bíblicos de Adán y Eva, David y Goliat, Moisés… pero sobre todo de Jesús, quien un mandamiento nuevo nos dio: “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” (Mc 12, 28b-34); además, de aprender a dar, a perdonar y a ser mejores seres humanos.

Nos escucharás, constantemente repetir, a manera de una exhortación, moraleja y corrección: “…no imitéis lo malo sino lo bueno…” (1 Juan 1:11), “no seas vencido de lo malo sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:21), “el que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es amor” (1 Juan 4:8), “honra a tu padre y a tu madre…” (Efesios 6:2) y así una larga lista de versículos, que utilizamos para que seas alguien bella por dentro, con valores cristianos.

Sin embargo, a veces nos preguntamos: ¿cuánto de aquello queda en ti?, ¿seremos buenos maestros? o, ¿estarás aprendiendo, como es nuestro deseo, sobre empatía, tolerancia, paciencia, compasión, bondad…?

¡Hijo(a) mío(a)!, sabemos que aprendes más por hechos que por palabras y que en este intento de moldear tu vida, de ir pintando juntos las páginas de tu historia, no solo papá y mamá sino también, de alguna manera, con quienes te rodean y van apareciendo en tus dibujos.

Queremos para ti tantas cosas, pero todo aquello pierde sentido, cuando se enfrenta a lo esencial, a lo que serás desde lo espiritual, a la luz que podrás proyectar. Anhelamos que recuerdes siempre: que eres amada por Dios y que tu mejor modelo a seguir es Cristo.

Por eso, hoy pedimos una vez más a Dios: infinita sabiduría, mucha paciencia, amplia tolerancia y todo aquello que pueda faltar para que te podamos conducir por el camino correcto.

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