viernes, 26 de noviembre de 2021



Querrán cortas mis alas, pero no dejaré que lo hagan, después de todo: aprendí a despegar, voy sintiendo el viento, las nubes, la alegría, la paz y la libertad, aún cuando haya días en los que el sol caliente mis alas y me permita iniciar el vuelo y otros en los que sea tan fuerte que las quiera quemar o tal leve que las quiera congelar, así como, aquellos de tempestad, en los que estoy aprendiendo a refugiarme, a esperar y a mantener el norte, hasta que todo pueda pasar.

Querrán cortar mis alas, pero no dejaré que lo hagan, después de todo: aprendí a volar a mi ritmo, a mi altura y a mi velocidad, sé que me espera mucho más que el horizonte y no estoy dispuesta a renunciar, darme por vencida o claudicar, seguiré firme incluso con el aire, el clima y otros obstáculos en contra, pues sé cuando debo migrar con la llegada de cada invierno y dónde quedarme con la búsqueda de cada verano, no por conveniencia sino por necesidad.  

Querrán cortar mis alas, pero no dejaré que lo hagan, después de todo: aprendí a sobrevivir, a dejar el temor atrás y a enfrentarme al qué dirán y al que diré, no dejaré que mis pensamientos saboteen mi viaje ni me permitiré ser mi propia enemiga, le pediré a Dios, el que creó mi vida, que me vuelva a recordar, cada mañana, que así como el águila se puede renovar, en doloroso proceso, puedo yo también hacerlo una vez más, porque el valor está en levantarse no en la caída. 

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