sábado, 20 de marzo de 2021

Al llegar a casa de mamá

Al llegar a casa de mamá, el corazón se ensancha y el cuerpo también. La lista de comidas a probar, se va reduciendo paulatinamente, con el paso de la temporal estancia, por ejemplo: la colada morada de noviembre se prepara en marzo, las empanadas son horneadas y la higuera sabe que sus frutos tendrá que entregar, porque quien la plantó, protege y cuida, le encanta preparar pan con higo y queso, pastel de higo, helado de higo y, mejor, no sigo.

Al llegar a casa de mamá, la felicidad me sobrepasa, los abrazos contenidos son entregados, los días pasan volando y las noches se acortan. Se duerme poco, producto de largas conversaciones, pero se disfruta mucho el calor de hogar.

Al llegar a casa de mamá, afloran tantos y tan bonitos recuerdos de la tierna infancia, ahí me siento consentida, mimada y cuidada. Tomo y recupero las fuerzas para continuar la batalla.

Al llegar a casa de mamá, entiendo que soy afortunada, que los momentos de felicidad se encuentran en cualquier lugar, que Dios nos regala una mañana más y soy bendecida de poderlos disfrutar junto al ser que más amo y me ama en todo el mundo, sin pedir nada a cambio, de forma incondicional, porque es amor de verdad.

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